Selene Alexia Pietkun
Papilonibus de papel en origami
Mi nombre en tu boca
suele connotar armonía,
en honoris causa,
mis palabras siempre van
a recordar;
con motu proprio;
el hogar que le
otorgaron a las tuyas
cuando me declarabas.
Porque así mismo,
el sine qua non del indescifrable algoritmo
de mí corazón;
hoy;
en esas casualidades,
te dedicó más latidos
que de costumbre.
A priori,
en mí prólogo,
siempre dudo de amor que
merezco
per se al
imaginario colectivo.
Lo que se siente, creo
yo,
y desde mi idealización
sobre la voluntad
de sobrevivir al
flechazo, aquel tempus fugit
es que nos embarcamos
en el sin oleaje del
enfrentamiento con uno mismo.
Me enmarco en la experiencia
del placer soluble,
del abrazo apático,
de en mi imaginario pensarte
como un descriptio puellae.
Desenterraste vestigios de tus amores,
y; ad hoc;
lo desarmaste en la superficialidad del incesante vértigo.
In situ,
tu papel, tu corazonada es,
ergo,
un fragmento desempeñando el ósculo del pasado,
la migraña del entumecido,
saliente de tus labios.
Significaría en cada reencuentro tuyo
el sosiego de sus pliegues.
En aquella ex profeso,
en ese letargo
yo naufrago
y no hay mal mayor que pensarme a mí misma
en tierra firme.
Y con suma mea culpa
nos rescato en el detalle del pánico…
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