3 de octubre de 2024

Karina Piriz

 

Karina Piriz

 

Nació en 1971 en Buenos Aires, Argentina.
Es Licenciada en Letras y Especialista en Enseñanza de Español como lengua segunda y extranjera por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Editora y correctora en diversos ámbitos editoriales, tanto públicos como privados. Pertenece a PLECA (Profesionales de la Lengua Española Correcta de la Argentina). Ha desarrollado la tarea docente como Maestra, Profesora de Literatura y Directora de escuela. Como escritora ha sido seleccionada en antologías literarias de Argentina, España y Latinoamérica.
Es parte del Colectivo Autores de La Matanza donde coordina: Biblioteca Virtual, Librería, redes sociales del Colectivo y la articulación entre Autores Matanceros y las Bibliotecas Populares.
Participa del Taller literario Experiencia Letras desde el cual promueve la actividad de los espacios culturales autogestivos: 30.000 Veces Literatura, el Micro Semanal, Luciérnagas Conurbanas, SumArte (UNLAM), FIP Palabra en el mundo.
Es Miembro activo del Grupo de Trabajo de Escritores Internacionales “Juntos por las Letras”.

Últimas publicaciones:

“Supernova”. Primer premio 2024 del Concurso de literatura La Matanza en Letras. Feria del Libro.
Conurbanas. Ed. del Parque, 2024
Inteligencia natural. Taller literario Ex­periencia
Letras. 2023
“Esa paz que anhelo”. Primer premio UPF, Bs. As. 2022.
“La carta”. Mención de honor en Primer con­curso
virtual nacional de microrre­lato, Sociedad argentina de escritores. Filial San Francisco.
Antología de poemas y relatos. Colectivo Auto­res de La Matanza.
Andamios. 3° Festival de poesía de Boedo. Ed. Clara Beter.
“Que en paz descanse”. Revista digital Quién apagó la luz, Costa Rica.
“El escenario” Cultura en el mundo del trabajo: Historias. Memoria. Trabajo. Instituto Cultural de la Provincia de Bue­nos Aires.
“Riacho proletario”. Entre raíces. La Terraza,
Ediciones R y C.


Supernova


Sol se asomó a la ventanilla inocentemente, intentando ver el techo del mundo sobre aquellos copos blancos, etéreos. El sol atisbaba entre las nubes y los rayos acariciaban el manto blanco que se extendía delante de sus ojos primerizos de tripulación de bautismo. Era su primer vuelo a Buenos Aires, en busca de su origen. Con los pies fuera del mundo terrenal pensaba en los vuelos de la muerte. Estar flotando era como estar en salutación con los ángeles… Si es que aquello era posible. Se durmió leyendo las últimas noticias sobre la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. A pesar de la resistencia de sus padres, debía confirmar con aquel viaje, una sensación que la abrumaba.
Soñó con una mirada tierna que desconocía, con unos ojos que brillaban deslumbrantes entre las tinieblas de una celda. Breves instantes fueron los que transcurrieron entre la expulsión traumática del alumbramiento y la presencia de una oscuridad atroz que la acompañó toda la vida. Despertó con el destello del amanecer, recordando la llama de Betelgeuse. Cuando cumplió la mayoría de edad, decidió poner fin a la opresión. Nunca había sentido el apego, la ligazón a sus padres ni la pertenencia a ese hogar lleno de secretos. “Vos siempre andas con los pájaros volando”, le decían. Era verdad, siempre más allá de este mundo.
Un pestañeo fracturó el instante en que el astro se escondió detrás de una nube y en ese brillo subrepticio aparecieron reflejos de matrices anidadas. Un copo de recuerdos le trajo el alumbramiento como en un déjà vu. El rostro materno se visibilizó de repente en el cenit. Aquella, desconocida y tan propia, se asomó para marcarle el camino y su presencia en el cosmos.
Al entrevistarse con las Madres le confirmaron que habían encontrado en fosas comunes, sobre las costas de Colonia, restos óseos de su madre biológica. Estalló de furia y dolor, pero fue supernova.





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